lunes, 9 de junio de 2014

Graduación



El viernes pasado celebramos la graduación de los alumnos y alumnas de la Facultad de Educación. El  grupo 3 me pidió que fuera su padrino. Un honor. Aquí dejo las palabras que les leí antes de imponerles bandas.

A veces la vida te paga en afectivo...

DISCURSO DE GRADUACIÓN PARA EL GRUPO 3 DE EDUCACIÓN PRIMARIA

Me parece que nunca os he visto tan atentos… Dejadme, antes de empezar, que os haga una foto. Esta perspectiva es única.
 
Queridos estudiantes del Grupo 3 de Educación Primaria
Queridos padres, madres, familiares y amigos que los acompañáis esta tarde tan significativa
Queridos compañeros

Cuando Tamara entró en el despacho la semana pasada me mintió. Sí, Tamara, me soltaste una mentira gordísima. Si recuerdas, estaba con una alumna, preparando un TFG. Llamó a la puerta y asomó la nariz. Le dije “Hola Tamara, estoy con esto ahora. ¿Puedes esperar o es algo rápido?”. Ella me dijo que no sería mucho tiempo, que solo era una cosa sencilla. Me pidió que estuviera hoy aquí, delante de vosotros. Me mintió, porque aunque ella terminó deprisa de decirlo, yo he estado dándole vueltas a lo que os diría el jueves por la tarde, el viernes, el sábado, el domingo, el lunes y el martes por la mañana. El martes por la tarde escribí esto que os leo. Y luego he estado hasta ahora  preguntándome si sería lo mejor. Es decir: el martes por la noche, el miércoles, el jueves, el viernes por la mañana… 

En cualquier caso, muchas, muchísimas gracias por pensar en mí. Es un grandísimo honor, y no sé si Tamara os dijo, pero casi se me saltaron las lágrimas. De alegría, ¡eh!

Llegué a la facultad el año pasado. Vosotros fuisteis el primer curso con el que he compartido tarea. Nos conocimos en momentos personales difíciles, en medio de la hospitalización de mi hijo Pablo, y recuerdo las clases de Seres Vivos como llenas de vida. Luego pasasteis a cuarto y os separasteis en itinerarios. Os encontraba en cada grupo de Conocimiento, y me alegraba, entre otras cosas porque así tenía ya algunos nombres aprendidos.

Ha pasado el curso y, por fin, seréis pronto graduados en Educación Primaria. Esto que os digo hoy es mi última lección. Quiero transmitiros dos ideas fundamentales. Ya sabéis, una buena clase la hacen pocas ideas repetidas muchas veces. Son las siguientes:

1)   Vosotros sois los maestros y las maestras de mi hijo. Desde ahí, mi respeto, mi admiración, mi complicidad y mi apoyo. Sois los que vais a llevar a Pablo a descubrir el mundo, la belleza, la ciencia y las artes, la música, el cine, la magia y el juego. Sois los que vais a hacerle vivir la bondad y los que vais a acompañarle en su camino, testigos de los pasos pequeños, alegres de los grandes avances. Yo os conozco, conozco “el maestro que queréis ser”, y sé que mi hijo tendrá en vosotros los mejores guías para la vida plena

2) Tenéis la profesión más bonita del mundo. No lo olvidéis nunca. Estáis llamados a incendiar las almas de los niños, a dar herramientas, a proveer de instrumentos para vivir mejor y más felizmente. Esa es la mejor y más hermosa de las vocaciones, vosotros la tenéis, y esa es vuestra enorme gracia. Cultivad vuestra vocación, renovad vuestra sorpresa ante el milagro de educar. Y, sobre todo, que no se os escape nada de lo vivido. Atesorad momentos, nombres y rostros a lo largo de vuestra vida. Que todos los niños y niñas que estén con vosotros dejen huella, visible o invisible, en vuestro modo de ser enseñantes.

Habéis sido los primeros estudiantes con los que he trabajado en esta facultad, y también habéis sido los primeros con los que he desarrollado una asignatura completa. Me habéis enseñado el verdadero sentido de la universidad: vosotros. Sois lo primero que quiero tener en la cabeza cuando me siento en el despacho, y lo último que sale de mi pensamiento cuando vuelvo a mi casa. Y en mi casa, a veces, miro la butaca del salón, en la esquina, y pienso en la historia del maestro que era maestro en el sillón de su hogar. Y digo: quiero ser como él. Y vuelvo a pensar en vosotros.

Que os mueva el amor a los niños. Que ese amor os lleve a pensar, decir, hacer por ellos. Que entendáis de manera luminosa que no hay escuela que sirva si no vive centrada en el bien de los niños. Y que vosotros seréis, en vuestros gestos, el reflejo del amor de toda la sociedad por ellos, por su educación y por su crecimiento. Una sociedad que quiere ser libre educa, a través de vosotros, en libertad y en justicia, para la felicidad. 

Por último, nunca penséis que el empleo da sentido a vuestro trabajo. Vuestro trabajo tiene sentido en los niños y en la tarea, y la gran desgracia no es no tener empleo, es no tener trabajo con sentido. Buscad el sentido del trabajo, y seréis maestros y maestras plenos. Y seguro que también encontraréis el empleo que os realiza desde vuestro ser maestros.

Educar no es llenar cubos, sino encender hogueras. En estos años de facultad, lo poco o lo mucho que os hayamos podido enseñar los profes que os hemos acompañado no es más que leña y pasto. De los que aprendisteis mucho, grandes troncos de madera vieja. De los que aprendisteis menos, quizá algunos haces de hierba seca. Cuando el tiempo pase, puede que no recordéis lo que disteis en Conocimiento del Medio o en Seres vivos. Yo me conformaré con que sigáis prendiendo fuegos con la yesca que os quede de mi recuerdo. Por vosotros y por Pablo arderé gustoso.

Y cuando nos encontremos paseando por la calle, cuando quizá no recuerde vuestro nombre exacto, os invito a que miréis a Pablo, que irá de mi mano. Os invito a que miréis su sonrisa y sus ojos llenos de expresión, de sorpresa y de anhelo por vivir. Perplejidad, luz, sentido y deseo. En ellos y en los de todos los niños encontraréis los motivos para seguir trabajando. Ellos son la manera callada de deciros “Gracias”. Espero después volver al despacho, a la facultad, al laboratorio o al aula. Y encontrar esa misma luz en vuestros rostros de hoy, que me llevo en la foto que os he hecho y que podré contemplar curso tras curso. Una muestra palpable y signo evidente de que nada es en vano. De que merece la pena.
Maestros y maestras del ahora, dueños del presente, jóvenes llenos de vida y de futuro. A vosotros, colegas y compañeros, mi felicitación más sincera y mi abrazo más fraterno. Enhorabuena a todos y todas.

Muchas gracias.